La sexta revisión del IPCC podría ser la última posibilidad de limitar el calentamiento global en 1,5 ºC

Los grupos de trabajo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) concluyen su mandato en el sexto proceso de evaluación de la situación climática mundial. Este proceso es un análisis de los principales avances en la ciencia climática. Se basa en tres ejes. El primero, terminado en agosto de 2021, sobre las bases científicas. El segundo, publicado en febrero de 2022, sobre los impactos y la adaptación. Y el último, recién publicado, sobre las políticas de reducción de las emisiones.

Estos trabajos serán la base para el informe de síntesis final previsto para septiembre de 2022, que será una nueva constatación de la situación de emergencia actual y constatará que “las decisiones que tomen las sociedades ahora determinarán si nuestra especie prospera o simplemente sobrevive a medida que avanza el siglo XXI”.

La realidad, a juicio de Ecologistas en Acción, es que estas advertencias han servido de muy poco. Las emisiones mundiales siguen creciendo año a año. Para la organización no alcanzar el pico de emisiones antes de 2020 es “una auténtica irresponsabilidad histórica de graves consecuencias”, de la que lleva años avisando la ciencia. La Organización Meteorológica Mundial advierte de que existen al menos un 40 % de posibilidades de que se supere un incremento de la temperatura global superior a 1,5 ºC antes de 2026, lo que llevará a la desaparición de importantes ecosistemas y al agravamiento de fenómenos meteorológicos extremos.

El primer grupo de trabajo del IPCC ya alertó con gran preocupación de que se están activando procesos de degradación planetaria que acelerarán el cambio climático y llevará a atravesar importantes puntos de no retorno. La reciente y extrema ola de calor sufrida en el norte del planeta no solo ha traído efectos sobre la salud o graves incendios forestales, sino que además facilitan el deshielo y la liberación de importantes cantidades de gases de efecto invernadero. Unas evidencias que no son nuevas, como tampoco lo es que el paso del tiempo y la inacción están agravando y acelerando las consecuencias del cambio climático. “El retraso en la acción climática significa muertes”. Así valoraban las Naciones Unidas la publicación en febrero de los resultados del segundo grupo de trabajo. Este establece que los eventos meteorológicos extremos han causado la pérdida irreversible de muchos ecosistemas.

Así, sobrepasar la barrera de 1,5ºC “causaría aumentos inevitables en múltiples peligros climáticos y presentaría múltiples riesgos para los ecosistemas y los seres humanos”. Al menos 3.600 millones de personas viven en situación de enorme riesgo climático. Un riesgo que reproduce a su vez la enorme desigualdad global. Así lo subraya el informe: “La vulnerabilidad de los ecosistemas y las personas al cambio climático difiere sustancialmente entre y dentro de las regiones, impulsada por los patrones de desarrollo socioeconómico, el uso insostenible de los océanos y la tierra, la inequidad, la marginación, las situaciones históricas y actuales de inequidad como el colonialismo, y gobernanza”.

Según las conclusiones de este último grupo de trabajo del IPCC, es necesario realizar reducciones más profundas y más rápidas de gases de efecto invernadero. El informe establece con claridad cómo las emisiones globales deben alcanzar su pico máximo antes de 2025 y alcanzar la neutralidad climática en el tercer cuarto de siglo. Los países más industrializados son quienes con mayor esfuerzo y rapidez deben realizar estas reducciones para evitar sobrepasar el 1,5 ºC. Las emisiones deben reducirse a la mitad en 2030. Además, los Estados más emisores, como el español, tendrían que estar prácticamente descarbonizados antes de mediados de siglo. Para ello este informe incluye numerosas medidas a desarrollar y reafirma la necesidad de un cambio sistémico como única forma de lograr las reducciones rápidas requeridas.

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