Durante la reciente pandemia se escribió mucho sobre la necesidad de revalorizar los servicios públicos como soportes esenciales para los tiempos de crisis ecosocial.

Sin embargo, las actuales políticas internacionales de comercio e inversión, y los tratados negociados en secreto que de ellas derivan, suponen un aumento de la crisis ecosocial, de la deforestación, del empobrecimiento, del cambio climático, de los conflictos en el mundo rural y han facilitado el desmantelamiento y la privatización de servicios públicos como la sanidad, educación, la gestión el agua, transporte, cuidados… y nos ha hecho mas vulnerables a las personas. El mismo sistema ha achicado y degradado constantemente estos servicios al compás de una ideología neoliberal hegemónica que abraza el dogma de la descomposición de lo público.

Los cuidados son fundamentales para sostener la vida y la salud, imprescindibles para la sostenibilidad de nuestra sociedad y del mundo. Pero a pesar de ser fundamentales, históricamente este tipo de trabajos han sido invisibilizados y se han atribuido principalmente a las mujeres. Aunque los medios legales para la conciliación y el cuidado de las personas en situación de dependencia han facilitado la vida de algunas mujeres, estos no son nada transformadores. Necesitamos más servicios dignos, públicos y universales; una red pública que responda a la realidad.